sábado, 5 de febrero de 2011

LES TRAIGO UNA PARTE DE NUESTRO PAIS QUE NADIE DIO A REVELAR. . . .HASTA AHORA

Les doy la bienvenida a todos aquellos,que sin mucha espectativa, cayeron en mi block, en este lugar, les voy a contar varias historias con diferentes personajes que, sin previo aviso y sobre todo sin ningun tipo de experiencia, fueron llevados por el destino a vivir experiencias unicas, superandolos por momentos tanto en lo fisico como en lo sicologico, situaciones desesperantes, pero sobre todo, terrorificas.
    Pasen y lean, decapitaciones, zombis, soldados desesperados, un espiritu de hallowenn que busca creyentes etc, etc, etc. y lo que es mas importante, litros y litros de sangre y sudor.

La calabaza Sonriente

   

   — Odio esta fecha del año, creo que mas que odio, es mas bien una forma de decir que no creo en ella, me gustaría que al menos esta vez, tenga la posibilidad de ver el verdadero por qué de esta “fiesta”, pero no creo que pase, además tengo que llevar a mi sobrino a su casa y se me hace tarde, si bien no queda lejos, pero lo que si, es que tenemos que pasar por el frente de la casa de don Teodoro—pensamientos que se me cruzan, mientras espero a  mi sobrino Miguel, llevo parado, apoyado en el portón de casa, por más de media hora.
    —Vamos Miguel—le grito—, apurate, ya son las 10 de la noche, tu mamá, me llamo 3 veces y estoy cansado de decirle “ya vamos”.
    —Ya voy tío—me grita asomado a la ventana del segundo piso, todo despeinado—, no encuentro mi mascara de calabaza ¿vos no la viste?.
    —Que carajo se de mascara de calabaza—le respondo—, ¿te podes apurar?
    Después de tirar no se cuantas escupidas a un hormiguero, lo veo bajar, igualmente despeinado que cuando me grito de la ventana. Hice de cuenta que no me llamo la atención y emprendimos viaje a lo de mi hermana.
    Mientras caminábamos por la avenida principal, conversando con el muchacho de temas variados, como por ejemplo el cole, sus compañeros, la familia, etc...
    —Y Miguelito, como te diría tu madre—le pregunto aunque sabia por mi hermana que si bien no era un genio, tampoco un completo ignoto— ¿Cómo andan tus cosas en el Cole?
    —Bien, todo bajo control—me dice mientras se rasca la cabeza, y enreda sus dedos en esos pelos revueltos— en realidad, malísimamente mal tío, no pego una, ni en matemáticas y mucho menos en lengua.
    Mientras me cuenta, hace gesticulaciones con las manos, como haciéndome entender que hace lo que puede.
    —Te entiendo Miguel— respondo tranquilo—, cuarto grado es difícil, pero ¿sabes que?
    — ¿Qué?—
    —Lo que te espera es muchísimo más difícil—la verdad no sabia que decirle, pero al parecer, me entendió, ya que no dijo más nada por unos minutos.
    Después de seguir por la misma avenida. Doblamos a la derecha y desde donde estábamos se podía ver la casa de don Teodoro, pobre hombre, lo recuerdo con dolor, no solo por lo que le pasó, sino que fue exactamente el 31 de octubre del año pasado, se comenta que oía voces en su cabeza todo el año, pero se hacían más fuerte el día de Halloween, esas voces le hablaban y le decían que su mujer lo engañaba o que ella y sus hijos, planeaban matarlo, totalmente loco el hombre.
    Faltando unos metros para pasar por la vereda de la casa, se produce un corte de electricidad que afecta a varias manzanas, casi por reflejo mis ojos se clavaron en la casa.
    —Tío ¿pasa algo?—me pregunta Miguel, apretándome la mano, asustado, ya que siempre tubo miedo a la oscuridad.
    —No, Miguel, no pasa nada—le respondo mientras observo la ventana de la casa, que por un momento me parece ver un chico con una mascara de calabaza igual a la de Miguel—, solo es un corte de luz, seguro va a volver pronto.
Seguimos avanzando y la figura había desaparecido.
  Continuamos caminando, avanzamos dos cuadras y en una esquina, pegado a unos contenedores de basura, esta el mismo chico que vi en la ventana de la casa, su mascara tiene una sonrisa diabólica. Siento sus ojos sobre mí, trato de ignorarlo para no poner nervioso a Miguel, pero no puedo evitar verlo. Vuelvo a mirarlo y veo que levanta su mano derecha y me saludo agitándola lentamente de izquierda a derecha. Bajo la mirada y agarrando fuerte a Miguel acelero el paso.
    —Tío, tío —me dice una y otra vez Miguelito — ¿que pasa?, no me asustes.
    —Miguel escuchame bien, ya falta poco para llegar a la casa de tu mama—no puedo decirle a un chico de 8 años que algo nos esta siguiendo—, y como tengo cosas que hacer, mejor nos apuramos, así podes pasar la noche de brujas con la familia, ¿si?
    — Ok, pero prométeme que vos también vas a estar tío—me dijo con cara de inocente.
    —Voy a hacer todo lo posible Miguelito—ganas no me faltan.
    Seguimos un trayecto más sin ningún tipo de problemas. Miguel se siente contento por que a pesar de no haber luz, conocía esta parte del barrio y empieza a nombrarme a los dueños de las casas que vemos gracias al brillo de la luna llena.
    Al fin llegamos a la casa de mi hermana, golpeamos y nos atiende Magdalena, mi hermana y como si fuera un ritual en ella, lo abraza, lo besa y le pregunta a Miguelito si estaba bien como un millón de veces. Mientras pasaba todo eso, miro la hora, 23:05hs, como dije antes no me gusta mucho esta fecha, algo cansado de ver las baboseada de mi hermana. Volteo la mirada y veo del otro lado de la calle al chico con la mascara de calabaza, esta vez su sonrisa tallada en la máscara mostraba muchos dientes puntiagudos y por un momento sus ojos se encendieron como si tuvieran velas dentro.
    — ¿Quien mierda será ese chico?— pienso.
     Mientras lo observo otra vez levanta su mano y me saludaba, luego camina y al pasar por detrás de un árbol, desaparece. A todo eso, mi hermana estaba concentradísima en su hijo y él en sacársela de encima, haciendo gestos de todas clases, demostrando que ya eran demasiados mimos recibidos.
    — ¡Basta mamá!—le dice, mientras me miraba de reojo—, está el tío presente y va a pensar que soy un “nene de mama”
    —No te preocupes Miguel —le digo viéndolo que se pone colorado—es tu madre y te quiere mucho, pero si voy a pensar que sos un consentido, jajá jajá
    —Gracias por traerlo, tan puntual como siempre Alberto ¿causo algún problema?—me pregunta al mismo tiempo que trata de peinar con los dedos ese pelo imposible de su hijo.
    —La verdad no—con Miguel nos guiñamos el ojo como viejos cómplices—, se porto de maravilla, es un buen chico
    —Bueno me estoy yendo, espero que la pasen bien—les digo mientras saco el paquete de cigarrillos de un bolsillo de mi pantalón.
    —Tío, prometiste que la pasarías con nosotros—me dice Miguelito, a la vez que me agarra de la manga de la campera—, esta noche de brujas.
    —Y lo voy a hacer—le digo—, pero antes tengo que arreglar unas cosas con unos amigos, después vuelvo y la paso con ustedes ¿si?, es una promesa.
    Aunque puso cara de desilusión, asintió con la cabeza
    Me despedí de los dos y volví a casa con la esperanza de que los muchachos estén de ánimo para salir a algún lado y ver que pasa. Por un momento, los encuentros con el chico de la mascara se borraron de mi mente y mientras enciendo un cigarrillo, me llama la atención el tema de la electricidad, seguía ausente en todos los hogares.
    —Que lo parió, tengo que pasar por la casa del viejo otra vez—rezongo y ni siquiera se ve la casa, en realidad no se distingue nada de nada— y encima esta todo oscuro.
    Mientras sigo camino a casa, el viento empieza a soplar aunque en forma de brisa, las nubes se pusieron oscuras y comienza a llover. Al principio en forma de llovizna, al poco tiempo las gotas se hicieron más grandes y por último, parecía un diluvio, todo en cuestión de segundos. comienzo a correr y los truenos retumban en las ventanas de las casas, todo es algo fuera de serie.  
    — ¡Alberto, Alberto!—se escucha en el aire.
    Miro hacia ambos lados de la calle y no se veo ni un cristiano, de pronto, mi alma se estremece y no se por que. Giro el cuerpo y detrás mío esta el chico de la mascara de calabaza, pero de cerca veo que no era una mascara. Se me acerca, pudiendo apreciar en detalle no solo sus ojos de fuego y sus dientes puntiagudos, sino también su aliento a descomposición.
    —Albertito, —me dice con voz de ultratumba—.¿así es que no crees en la noche de brujas?, después de esta noche, eso va a cambiar jajajajajajaja.
    Sin intercambiar palabra, salgo corriendo mientras los truenos y su risa componen una malévola melodía. Estoy llegando cerca de la vereda de la casa de Don Teodoro, cuando veo en el medio de la calle parado debajo de la lluvia a Charly, Federico, Oscar y Santiago, son los muchachos con quien me tenía que encontrar para salir de joda.
    —Alberto, ¿Qué paso? —Escucho que me grita Sebastian—. ¿Al final venís o no a la joda en la casa de Oscar?
    En cuanto me dispongo a responder. Veo algo que me deja sin habla, el chico de la mascara esta parado detrás de ellos sosteniendo un hacha con ambas manos.
    —Hola amiguito…—Le dice Federico al mismo tiempo que se acerca, con la intención de tocarle la mascara—. ¿Querés caramelos o chupetines?
    —No busco caramelos—le responde el chico—, quiero sus almas.
    Confiado de la aparente inocencia del chico, a pesar de haber oído lo que le dijo, Federico, toco la mascara pero sintió, por el gesto que le hizo a los demás que lo que tocaba no era ninguna mascara.
    —Muchachos, esto no es una mascara—nos grita—, ¡¡¡es piellll!!!
    En ese momento el chico lo agarra a Federico de la mano, levanta el hacha y de un golpe, corta el brazo de este a la altura del codo, mi amigo empieza a gritar y llorar, el chico se le acerca y lo decapita con otro golpe certero. Los demás, miramos la escena como si fuera una pesadilla, algo irreal Oscar es el primero en reaccionar. Corre hacia su vehiculo, pero el chico ya estaba detrás de él, le pega con el hacha en la espalda haciéndolo caer y una vez ahí, lo empieza a trozar como quien corta un tronco caído.
    —¡¡¡nnnnooooooo!!!—, le grita Charly al chico, mientras Santiago se me acerca sin entender nada de lo que sucede.
    Una vez que, por decirlo de alguna manera, se cansa de darle hachazos al cuerpo destrozado de Oscar, el chico se da vuelta y comienza a caminar hacia donde me encuentro, la lluvia, cayendo en forma torrencial, da un brillo espeluznante a todo el lugar, incluso a los objetos salpicados con sangre dando la impresión que todo esta cubierto por un manto rojo.
    — ¿Vez?,— me dice el chico — te dije que ibas a cambiar de idea, yo soy el espíritu de Halloween, jajajajajaja,
    Su carcajada resonaban en la noche y los truenos hacen un  acompañamiento majestuosamente tétrico.
    Mientras me hace eso. Se escuchan 3 disparos. Miro y veo a Charly con un arma humeante agarrada con las dos manos.
    — ¿Qué te pareció, eso pendejo de mierda?—le dice.
    El chico se da vuelta, lo mira y sus ojos arden de ira, le arroja el hacha, dándole justo en medio del pecho haciéndolo caer, se acerca, apoya su pie derecho sobre la cabeza y le saca el hacha. Luego de un golpe que sacó chispas en el pavimento le separa la cabeza del cuerpo.
    Tanto Santiago, como yo. Salimos corriendo a la única casa que estaba cerca y sin trabas en el portón. Entramos corriendo hasta la puerta de entrada, la pateamos y nos metimos trabándola con una silla.
    — ¡No puedo creer lo que está pasando!—grita Santiago, a la vez que se acurruca en un rincón de la casa—, ¡nuestros amigos están muertos y seguimos nosotros, no quiero morir, no quiero morir!
    Según sé, la noche de brujas dura hasta las 4 de la mañana y son las 02:30hs, pero con Santiago en el estado en que se encuentra, esa hora y media que resta, me va a parecer una eternidad.
    —No se lo ve por ningún lado—le digo asomado por la ventana—, Santiago, levántate, acércate a otra ventana y fijate si se lo ve.
     Mientras busco la llave de la puerta en cuanto estante encuentro, añado un poco más a mi asombro al empezar a ver fotos en las paredes dándome cuenta que estábamos en el peor lugar.   
    —Santiago— le susurro con voz temblorosa, estando realmente asustado—, estamos en la casa de Don Teodoro
    En ese momento, me acerco a la ventana y veo a lo que sea que nos está siguiendo. Está parado dentro del jardín de la casa, bajo la lluvia y seguía con esa sonrisa dibujada. Me muestra el hacha y me la arroja. El arma rompe la ventana y queda clavada en la pared. Miro el jardín y veo que la cosa se dirige a la ventana.
    Sin esperar a que entre. Corremos a la parte de arriba de la casa, una vez ahí. Podemos ver que el lugar está atestado de ratas y telas de arañas, nos escondemos detrás de unas cajas y por un momento todo el lugar estaba en silencio, desde donde me encuentro veo una sombra entrar al altillo. Escucho como el hacha es arrastrada, la sombra se acerca hasta llegar a estar frente a nosotros y se detiene. Miro el reloj, 3:45hs.    
       Todo lo ocurrido hasta ahora esta noche, es como una maldita pesadilla, debería replantearme el querer creer todo lo referente a esta fecha. Tengo que entender que este tipo de creencias existen por que muchos la practicaron y la vivieron. 
    — Santi, hijo—dice el chico imitando la voz de la madre— ¿Dónde estas?
    En ese momento como tirado por un resorte, Santiago, a pesar de que le hice señas que no era su madre, se puso de pie, luego escucho un grito, el sonido de un golpe y su cabeza cae rodando a mis pies. Trato de no gritar tapándome la boca con ambas manos.
    —Albertito, se que estás ahí— me susurra, nuevamente con esa voz de ultratumba—, dejame mostrarte el significado de Halloween, jijijijiji, estas solo, tus amigos se fueron o mejor dicho, me los lleve, hhaaajajajajaja
        Luego de escuchar al chico, o lo que sea que fuere eso con forma de chico. Teniendo en mi mente pensamientos confusos, que hacen florecer sentimientos cambiantes que van desde bronca, hasta impotencia por no haber podido haber hecho algo para evitar la muerte de mis amigos, entonces me levanto y para mi asombro, no lo veo por ningún lado. Camino unos pasos y siento el hacha apoyada sobre mi hombro, la fría hoja de acero, me deja por un momento sin aliento.
    — ¿A donde vas Albertito?, esto todavía no termina.
    Al momento que levanta el hacha, el reloj que se encontraba entre los muebles, suena marcando las 04:00hs.
    —Las 4 —me dijo con esa sonrisa diabólica—, pero no me importa, te mato a vos y me voy.
    —No lo creo—le dijo una figura que estaba entre las sombras—, calabaza, es hora de irnos
    Es Don Teodoro, el dueño de casa, el chico, al principio lo ignora, luego, la otra figura lo agarra del brazo produciéndole un dolor tan intenso que lo obliga a tirar el hacha.
    —Te salvaste de pedo muchacho—me habla, descargando ese aliento asqueroso—, pero el año que viene nadie te va a ayudar.
    —Gracias Don Teodoro— le digo a quien me salva de ese demonio— y le pido disculpas por todos los años de malos momentos que le hice pasar en mi niñez.
    La figura asintió con la cabeza, se me acerca, pone su mano en mi hombro y en ese instante siento que me desmayo. Caigo y lo último que veo es que el chico era llevado contra su voluntad. Y ambos desaparecen entre las sombras.
    —Alberto, Albertoooo—escucho que me dicen. Primero a lo lejos y luego más cerca, hasta que se hizo más claro—, tío Alberto, despertá, despertá de una vez por favor tío…
    — ¿Estas bien Alberto? —Me dice mi hermana con cara de asustada—, por fin despertás, caramba.
    — ¿Qué hacen en la casa de Don Teodoro? —les dije como primeras palabras— este lugar está … mi cabeza, como me duele.
    — ¿Que?, estas en casa— me responde mi hermana—, te desmayaste antes de llegar al portón, entre todos te agarramos y te recostamos en el sofá ¿estas bien?
    —Cumpliste tu promesa tío—me dice Miguel con una sonrisa de oreja a oreja—, la pasaste con nosotros… sos genial.
    Después de lo vivido ya sea como sueño o no, desde ahora mi pensamiento con respecto a Halloween va a ser diferente. Nunca más voy a dudar de ella, ese día fue importante en el pasado, y lo es para muchos en el presente, entendí que para que perdure en el futuro, hay que valorarlo.