lunes, 10 de octubre de 2011

LA CASA GRIS

Buenas gente, debido a un cargo de conciencia por dejarlos sin escrito por demasiado tiempo, decidí subír dos historias, anteriormente fue "EL NIDO", ahora "LA CASA GRIS", es acerca de una familia my particularidad... mentalmente insanos. bueno, no doy m´s pistas... Pasen, lean y COMENTEN.

   
La casa gris



LA CASA GRIS
    Cuentan mis abuelos que hace muchos años, más precisamente por los años 40 más o menos. En un barrio de la capital federal vivían unas personas muy raras, y de hábitos muy particulares, los vecinos los definían así porque se los veía activos después de cierta hora de la tarde, esta “familia” como los llamaban, simplemente porque de alguna manera así eran,
 Esta rara unión estaba formada por: Don Ignacio, padre reacio a los cambios de épocas, se la pasaba casi todo el tiempo arreglando cosas en la casa —casi siempre por la tarde/noche— si uno escuchaba ruidos de martillazos, sierras u otras herramientas, los vecinos sabían de inmediato que era él, porque además de hacer alboroto siempre ponía sus discos de vinilo, tratando de que la música de sonido triste y melancólico tapara el ruido sin mucho éxito, Don Ignacio estaba casado con Doña Segunda Correa, mujer de lo más agria, no se llevaba, pero para nada bien con sus vecinos, todo de ellos le molestaba: la música, los perros, la conversación que ellos tenían en su propio patio, esto último era porque creía firmemente que se reunían para hablar de ella, terrible la Sra.
    Esta pareja tenía 3 hijos, todos varones, uno más malo que el otro, el menor, Sésamo, era de aspecto tétrico, y de carácter terrible, con decirles que se la pasaba casi todo el tiempo arriba del techo arrojando piedras con su gomera, en cambio Tulio, el del medio, le tenía la fascinación de matar animales con su rifle de aire comprimido, tengo la seguridad que los perros de los vecinos ladraban cada vez que el estaba el patio con su rifle, y por último el que para algunos era el peor de todos, Dienomic, un muchacho de contextura delgada y algo desgarbado, tenía varios tatuajes en los brazos, tal vez hechos en algún momento de sus detenciones ya que con solo 26 años pasó por cuanta prisión se inauguró en la provincia, con respecto a sus antecedentes solo voy a agregar que su primera caída fue por robo, luego siguió robo a mano armada y por último robo con intento de asesinato, como verán todo un avance, y un pibe ejemplar. Tenía todo tipo de tatuajes además del de los brazos, también en el cuello, la espalda y las piernas. Vivía en una casilla alejada de la casa principal, ubicación que le permitía tener pequeña plantación de su propia “hierba” lo que daba la posibilidad de tener una provisión interesante para fumar.
    Todos estos particulares personajes, si se los quiere llamar así. Vivían en una casa también muy particular. Estaba toda pintada de gris, incluso el lugar donde vivía Dienomic, que como ya les he contado, dormía en su casita, que era independiente del lugar donde vivían los demás. Todo en ese terreno estaba pintado del mismo color, gris opaco: las rejas, los macetones, el camino que unía a ambas casas, todo. 
    Una tarde calurosa de diciembre, varios patrulleros acudieron a la casa gris por el llamado de uno de los vecinos, según dijo a los oficiales hacía varios días que no veían a ningún integrante de la familia. Aunque ni bien llegó la patrulla uno de los oficiales habló con Doña Larraca, quien fue la que llamó a la comisaría, momentos después los agentes se dirigieron a la casa en cuestión y llamaron al portón de entrada tocando un improvisado timbre, al no recibir respuesta, decidieron entrar.
    Caminaron por el sendero de material a medio terminar que había entre el portón y la puerta de entrada, a los lados se podía apreciar flores marchitas. Ya parado frente la puerta principal, hecho de roble macizo, el oficial sabia que son un simple golpe no lograría la atención de los moradores por lo que dio un fuerte golpe,  para hacerse anunciar, la puerta se abrió de par en par sin problemas, lo oficiales tomaron esto como una invitación.
    Al entrar, lo que encontraron en el comedor fue algo espantoso. Digno de una pesadilla, el primer cuerpo estaba destrozado sobre la mesa, era el cuerpo de un hombre adulto era el del padre, al parecer fue atacado con un objeto cortante, uno de los uniformados comenzó a vomitar, los demás, sacaron sus armas y se dispersaron por toda la casa.
    Dos oficiales se dirigieron a la planta alta. Otro, linterna en mano bajo al sótano y un tercero a la casilla donde residía Dienomic, en la planta de arriba se encontró el cuerpo de una persona de sexo femenino adulto, era la esposa de Don Ignacio, y al igual que este, ella tenía signos de haber sido atacada con un objeto cortante y según parece, la sorprendieron mientras dormía. Tenía el pecho abierto, y por el olor y sobre todo las moscas yacían en ese lugar hace bastante tiempo, otro factor era que la sangre estaba completamente coagulada y el olor a descomposición se estaba haciendo notar ni bien subían las escaleras.
   El oficial que revisaba el sótano se topó con un tercer cuerpo. Tuvo que usar su pañuelo para taparse la nariz, el olor a encierro sumado al que emanaba el cuerpo hacían del ambiente un lugar insoportable, el cuerpo estaba tapado con una especie de lona, que se movía por momentos, eso hizo creer que quien este tirado ahí estaría aun con vida, pero toda ilusión se desvaneció cuando retiró lo que cubría el cuerpo, dejando al descubierto al menos una docena de ratas. Estos animales estaban saciando su hambre fagocitando lo que sería el cadáver de uno de los hijos, según parecía era el de Tulio.
    Después de semejante hallazgo, el comisario no tendría dudas, que el causante de semejante masacre sería Dienomic y por sus antecedentes las conjeturas eran muchas, pero la que más sonaba en la cabeza de los oficiales sería que Dienomic, en un momento de exceso de fumata, cometió los asesinatos. Total, la plantación que tenía detrás de su casilla sumando los antecedentes penales y que hace un tiempo atrás casi comete un homicidio, no sería nada raro que esta vez haya cerrado el círculo, por decirlo de alguna manera. 
    A todo esto, mientras los uniformados buscaban más información, el comisario se percató de un detalle, le faltaba u hombre, era el oficial que mandó a revisar la casilla donde vivía el principal sospechoso, ya había pasado más de media hora y no regresaba. Sacó su arma y acompañado de otro oficial se dirigió al lugar, cuando llegaron pudieron observar que la puerta esta estaba entre cerrada. Miró por el pequeño espacio que dejaba la puerta entre abierta y vio movimiento. Alguien estaba dentro y no era el oficial, sin esperar mucho mas dio la voz de aviso y pateo la puerta, lo que encontró en esa casucha lo dejó perturbado, tanto a él como al oficial que lo acompañaba.
    Estaba el hijo más chico de la familia, Sésamo, tenía sangre en su boca. Estaba apuñalando una y otra vez al oficial que había sido enviado a revisar la pequeña casa, yacía caído ya sin vida, a su lado se encontraba el cuerpo del hermano más grande, Dienomic, también sin vida y con las entrañas afuera. Al notar la presencia del comisario, el niño mostró sus dientes y se le fue encima empuñando el cuchillo provocandole un corte cerca del cuello, el oficial que acompañaba dispara casi por reflejo dándole al niño en la cabeza y este cae al suelo a la vez que emite gruñidos ininteligibles.
  Como mi abuelo solía decir, el hombre no nace malo, se hace malo, si crías en mala forma, ten por seguro que vas a obtener un futuro muy sombrío. 
     
    

EL NIDO

Buenas tardes gente, acá volví después de un tiempo en el que me dediqué a otros temas. En esta oportunidad, les traigo una historia muy terrorifica. Un muchacho que debe trabajar para ayudar a su familia, consigue trabajo en una mina, y lo que deberia ser un día de trabajo como tantos, termina siendo una carnicería... Espero lo disfruten.

    Todos los días a la misma hora, todos los días respirar ese aire viciado, menos mal que hoy finaliza el mes y me dijeron que al final de la jornada vienen a pagarnos, después de todo son unas horas más y recibo la paga que según me dijeron era muy buena. Si no fuera por eso, le haría caso a las ansias de volverme a casa que me viene cada tantos kilómetros y me bajaría del camión que nos lleva como todos los días a ese antro, ver como sube la ladera, me da algo de vértigo, mis  compañeros, todos mayores que yo, bromeaban entre ellos, contrastando estaba yo, sintiéndome obligado a ir.

    ― Bueno muchachos, llegamos, abajo que hay mucho trabajo ―nos dijo el capataz― tengan cuidado cuando entren, hay derrumbes en algunos sectores, debido a que la cueva es vieja, igualmente todavía sale mineral valioso de sus entrañas
    Entrando a la cueva, me encontré con un panorama tétrico, el suelo estaba lleno de herramientas oxidadas y otra vez ese aire vicioso, debido a que era muy intenso, me puse un pañuelo cubriendo mi nariz y boca y seguí avanzando.

    ―Che pendejo ¿te afecta el aire? ―me dijo Hugo uno de mis compañeros, dándome una palmada en la espalda― vamos, se hombre, solo son 12 horas y después nos vamos.

    Luego de recibir esas palabras de ánimo por parte de un compañero pensé que algo de verdad había en sus palabras, solo eran algunas horas y después si, volver a casa. Tomé mis herramientas y me dirigí al centro de la cueva. A medida que avanzaba, sentía que el aire era casi irrespirable, sabía que esa sensación desaparecería con el correr de los minutos, por lo que me dispuse a trabajar y así alejar de mi mente esa pesadez, levante la vista y pude ver como trabajaban los muchachos, por lo tanto empecé a hacer lo mismo, agarré el pico y para evitar bromas de los demás di el primer golpe con todas mis fuerzas, como quien da el puntapié inicial queriendo dar la impresión que el trabajo no era demasiado rudo para mí.
    Trabajamos durante varias horas, tome un descanso junto a los demás, miré el reloj que estaba clavado en una de las columnas de madera y vi que faltaba poco para irnos, motivo que me incentivó mover las mano, me concentré de tal manera en terminar rápido y si no fuera por que la cueva se estaba convirtiendo en un lugar más oscuro de lo que fue horas atrás,  no me hubiera percatado que la noche empezó a caer, busque alguna de las lámparas para poner un poco de claridad y cuando lo hice, pude notar otra cosa, los muchachos no hacían bromas con el ímpetu de cuando empezamos a excavar. 

    ―Que silencio, los muchachos ya no joden como cuando entramos ―susurraba, a la vez que rompía la pared de la cueva, con el pico― ¿será que al final, la cueva y el trabajo les saco el humor?
 
    Dejando por un momento la ausencia de los muchachos, pensando que no me debería preocuparme por ellos, ya que eran personas más experimentadas que yo, en esto de caminar por las cuevas con poca luz, volviendo a mi trabajo esta vez en una de las paredes. 

    ― ¿que mierda es esto?―dije al ver que lo que estaba golpeando no era roca, ya que el sonido era metálico.
    Seguí escarbando, haciendo caer pedazos de piedras,  intentando descubrir lo que estaba en esa pared, comencé a golpear fuerte con el pico, también raspé una y otra vez, hasta que al final pude ver lo que era, un tacho de 200 litros, incrustado en la roca, completamente oxidado, detalle que me indicaba que al parecer fue enterrado hacia bastante tiempo, su color y las letras ya no se notaban, lo golpee y el sonido indicaba que estaba vacío.

    ―¡¡muchachos miren lo que encontré!!―les dije en voz alta, al mismo tiempo que raspaba el tacho con la parte de punta del pico.

    Me quedé esperando la respuesta de alguno de los que entraron conmigo a trabajar, pero solo hubo silencio. Agarré una lámpara y me dirigí hacia donde estarían, seguramente, estaban muy ocupados y con el ruido de sus herramientas, no me habrían escuchado. Caminaba por una suerte de pasillo cubierto prácticamente en su totalidad por una penumbra tétrica, la oscuridad iba adueñándose del lugar y los faroles casi no iluminaban. Concentrado en encontrarlos, mi pie golpea un objeto y su sonido metálico llama mi atención, acerco la luz y veo que es otro tacho, muy similar al que encontré en la pared, con la diferencia que este estaba partido al medio, en ese momento me di cuenta que lo que les iba a decir no seria ninguna novedad, dejo el recipiente, sigo avanzando unos metros más y veo aliviado a uno de los muchachos.

    ―oigan muchachos ¿no saben lo que encontré allá adelante'?—le dije a Hugo, el mas grande de todos quien estaba parado mirándome fijo.

    Al verlo, me acerqué algo distendido sabiendo que no todos se habían ido, pero él en un momento movió su cabeza indicándome que no avanzara, entonces me quede parado, lo mire fijamente, tenía el cuerpo pegado a la pared, su rostro bañado en sudor presentaba una terrible palidez, y sus ojos me señalaron a su derecha, caminé unos pasos, me acerqué muy despacio y miré.
 
    —!!Carajo¡¡—Susurré y mis rostro se lleno de espanto...

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