lunes, 10 de octubre de 2011

LA CASA GRIS

Buenas gente, debido a un cargo de conciencia por dejarlos sin escrito por demasiado tiempo, decidí subír dos historias, anteriormente fue "EL NIDO", ahora "LA CASA GRIS", es acerca de una familia my particularidad... mentalmente insanos. bueno, no doy m´s pistas... Pasen, lean y COMENTEN.

   
La casa gris



LA CASA GRIS
    Cuentan mis abuelos que hace muchos años, más precisamente por los años 40 más o menos. En un barrio de la capital federal vivían unas personas muy raras, y de hábitos muy particulares, los vecinos los definían así porque se los veía activos después de cierta hora de la tarde, esta “familia” como los llamaban, simplemente porque de alguna manera así eran,
 Esta rara unión estaba formada por: Don Ignacio, padre reacio a los cambios de épocas, se la pasaba casi todo el tiempo arreglando cosas en la casa —casi siempre por la tarde/noche— si uno escuchaba ruidos de martillazos, sierras u otras herramientas, los vecinos sabían de inmediato que era él, porque además de hacer alboroto siempre ponía sus discos de vinilo, tratando de que la música de sonido triste y melancólico tapara el ruido sin mucho éxito, Don Ignacio estaba casado con Doña Segunda Correa, mujer de lo más agria, no se llevaba, pero para nada bien con sus vecinos, todo de ellos le molestaba: la música, los perros, la conversación que ellos tenían en su propio patio, esto último era porque creía firmemente que se reunían para hablar de ella, terrible la Sra.
    Esta pareja tenía 3 hijos, todos varones, uno más malo que el otro, el menor, Sésamo, era de aspecto tétrico, y de carácter terrible, con decirles que se la pasaba casi todo el tiempo arriba del techo arrojando piedras con su gomera, en cambio Tulio, el del medio, le tenía la fascinación de matar animales con su rifle de aire comprimido, tengo la seguridad que los perros de los vecinos ladraban cada vez que el estaba el patio con su rifle, y por último el que para algunos era el peor de todos, Dienomic, un muchacho de contextura delgada y algo desgarbado, tenía varios tatuajes en los brazos, tal vez hechos en algún momento de sus detenciones ya que con solo 26 años pasó por cuanta prisión se inauguró en la provincia, con respecto a sus antecedentes solo voy a agregar que su primera caída fue por robo, luego siguió robo a mano armada y por último robo con intento de asesinato, como verán todo un avance, y un pibe ejemplar. Tenía todo tipo de tatuajes además del de los brazos, también en el cuello, la espalda y las piernas. Vivía en una casilla alejada de la casa principal, ubicación que le permitía tener pequeña plantación de su propia “hierba” lo que daba la posibilidad de tener una provisión interesante para fumar.
    Todos estos particulares personajes, si se los quiere llamar así. Vivían en una casa también muy particular. Estaba toda pintada de gris, incluso el lugar donde vivía Dienomic, que como ya les he contado, dormía en su casita, que era independiente del lugar donde vivían los demás. Todo en ese terreno estaba pintado del mismo color, gris opaco: las rejas, los macetones, el camino que unía a ambas casas, todo. 
    Una tarde calurosa de diciembre, varios patrulleros acudieron a la casa gris por el llamado de uno de los vecinos, según dijo a los oficiales hacía varios días que no veían a ningún integrante de la familia. Aunque ni bien llegó la patrulla uno de los oficiales habló con Doña Larraca, quien fue la que llamó a la comisaría, momentos después los agentes se dirigieron a la casa en cuestión y llamaron al portón de entrada tocando un improvisado timbre, al no recibir respuesta, decidieron entrar.
    Caminaron por el sendero de material a medio terminar que había entre el portón y la puerta de entrada, a los lados se podía apreciar flores marchitas. Ya parado frente la puerta principal, hecho de roble macizo, el oficial sabia que son un simple golpe no lograría la atención de los moradores por lo que dio un fuerte golpe,  para hacerse anunciar, la puerta se abrió de par en par sin problemas, lo oficiales tomaron esto como una invitación.
    Al entrar, lo que encontraron en el comedor fue algo espantoso. Digno de una pesadilla, el primer cuerpo estaba destrozado sobre la mesa, era el cuerpo de un hombre adulto era el del padre, al parecer fue atacado con un objeto cortante, uno de los uniformados comenzó a vomitar, los demás, sacaron sus armas y se dispersaron por toda la casa.
    Dos oficiales se dirigieron a la planta alta. Otro, linterna en mano bajo al sótano y un tercero a la casilla donde residía Dienomic, en la planta de arriba se encontró el cuerpo de una persona de sexo femenino adulto, era la esposa de Don Ignacio, y al igual que este, ella tenía signos de haber sido atacada con un objeto cortante y según parece, la sorprendieron mientras dormía. Tenía el pecho abierto, y por el olor y sobre todo las moscas yacían en ese lugar hace bastante tiempo, otro factor era que la sangre estaba completamente coagulada y el olor a descomposición se estaba haciendo notar ni bien subían las escaleras.
   El oficial que revisaba el sótano se topó con un tercer cuerpo. Tuvo que usar su pañuelo para taparse la nariz, el olor a encierro sumado al que emanaba el cuerpo hacían del ambiente un lugar insoportable, el cuerpo estaba tapado con una especie de lona, que se movía por momentos, eso hizo creer que quien este tirado ahí estaría aun con vida, pero toda ilusión se desvaneció cuando retiró lo que cubría el cuerpo, dejando al descubierto al menos una docena de ratas. Estos animales estaban saciando su hambre fagocitando lo que sería el cadáver de uno de los hijos, según parecía era el de Tulio.
    Después de semejante hallazgo, el comisario no tendría dudas, que el causante de semejante masacre sería Dienomic y por sus antecedentes las conjeturas eran muchas, pero la que más sonaba en la cabeza de los oficiales sería que Dienomic, en un momento de exceso de fumata, cometió los asesinatos. Total, la plantación que tenía detrás de su casilla sumando los antecedentes penales y que hace un tiempo atrás casi comete un homicidio, no sería nada raro que esta vez haya cerrado el círculo, por decirlo de alguna manera. 
    A todo esto, mientras los uniformados buscaban más información, el comisario se percató de un detalle, le faltaba u hombre, era el oficial que mandó a revisar la casilla donde vivía el principal sospechoso, ya había pasado más de media hora y no regresaba. Sacó su arma y acompañado de otro oficial se dirigió al lugar, cuando llegaron pudieron observar que la puerta esta estaba entre cerrada. Miró por el pequeño espacio que dejaba la puerta entre abierta y vio movimiento. Alguien estaba dentro y no era el oficial, sin esperar mucho mas dio la voz de aviso y pateo la puerta, lo que encontró en esa casucha lo dejó perturbado, tanto a él como al oficial que lo acompañaba.
    Estaba el hijo más chico de la familia, Sésamo, tenía sangre en su boca. Estaba apuñalando una y otra vez al oficial que había sido enviado a revisar la pequeña casa, yacía caído ya sin vida, a su lado se encontraba el cuerpo del hermano más grande, Dienomic, también sin vida y con las entrañas afuera. Al notar la presencia del comisario, el niño mostró sus dientes y se le fue encima empuñando el cuchillo provocandole un corte cerca del cuello, el oficial que acompañaba dispara casi por reflejo dándole al niño en la cabeza y este cae al suelo a la vez que emite gruñidos ininteligibles.
  Como mi abuelo solía decir, el hombre no nace malo, se hace malo, si crías en mala forma, ten por seguro que vas a obtener un futuro muy sombrío. 
     
    

EL NIDO

Buenas tardes gente, acá volví después de un tiempo en el que me dediqué a otros temas. En esta oportunidad, les traigo una historia muy terrorifica. Un muchacho que debe trabajar para ayudar a su familia, consigue trabajo en una mina, y lo que deberia ser un día de trabajo como tantos, termina siendo una carnicería... Espero lo disfruten.

    Todos los días a la misma hora, todos los días respirar ese aire viciado, menos mal que hoy finaliza el mes y me dijeron que al final de la jornada vienen a pagarnos, después de todo son unas horas más y recibo la paga que según me dijeron era muy buena. Si no fuera por eso, le haría caso a las ansias de volverme a casa que me viene cada tantos kilómetros y me bajaría del camión que nos lleva como todos los días a ese antro, ver como sube la ladera, me da algo de vértigo, mis  compañeros, todos mayores que yo, bromeaban entre ellos, contrastando estaba yo, sintiéndome obligado a ir.

    ― Bueno muchachos, llegamos, abajo que hay mucho trabajo ―nos dijo el capataz― tengan cuidado cuando entren, hay derrumbes en algunos sectores, debido a que la cueva es vieja, igualmente todavía sale mineral valioso de sus entrañas
    Entrando a la cueva, me encontré con un panorama tétrico, el suelo estaba lleno de herramientas oxidadas y otra vez ese aire vicioso, debido a que era muy intenso, me puse un pañuelo cubriendo mi nariz y boca y seguí avanzando.

    ―Che pendejo ¿te afecta el aire? ―me dijo Hugo uno de mis compañeros, dándome una palmada en la espalda― vamos, se hombre, solo son 12 horas y después nos vamos.

    Luego de recibir esas palabras de ánimo por parte de un compañero pensé que algo de verdad había en sus palabras, solo eran algunas horas y después si, volver a casa. Tomé mis herramientas y me dirigí al centro de la cueva. A medida que avanzaba, sentía que el aire era casi irrespirable, sabía que esa sensación desaparecería con el correr de los minutos, por lo que me dispuse a trabajar y así alejar de mi mente esa pesadez, levante la vista y pude ver como trabajaban los muchachos, por lo tanto empecé a hacer lo mismo, agarré el pico y para evitar bromas de los demás di el primer golpe con todas mis fuerzas, como quien da el puntapié inicial queriendo dar la impresión que el trabajo no era demasiado rudo para mí.
    Trabajamos durante varias horas, tome un descanso junto a los demás, miré el reloj que estaba clavado en una de las columnas de madera y vi que faltaba poco para irnos, motivo que me incentivó mover las mano, me concentré de tal manera en terminar rápido y si no fuera por que la cueva se estaba convirtiendo en un lugar más oscuro de lo que fue horas atrás,  no me hubiera percatado que la noche empezó a caer, busque alguna de las lámparas para poner un poco de claridad y cuando lo hice, pude notar otra cosa, los muchachos no hacían bromas con el ímpetu de cuando empezamos a excavar. 

    ―Que silencio, los muchachos ya no joden como cuando entramos ―susurraba, a la vez que rompía la pared de la cueva, con el pico― ¿será que al final, la cueva y el trabajo les saco el humor?
 
    Dejando por un momento la ausencia de los muchachos, pensando que no me debería preocuparme por ellos, ya que eran personas más experimentadas que yo, en esto de caminar por las cuevas con poca luz, volviendo a mi trabajo esta vez en una de las paredes. 

    ― ¿que mierda es esto?―dije al ver que lo que estaba golpeando no era roca, ya que el sonido era metálico.
    Seguí escarbando, haciendo caer pedazos de piedras,  intentando descubrir lo que estaba en esa pared, comencé a golpear fuerte con el pico, también raspé una y otra vez, hasta que al final pude ver lo que era, un tacho de 200 litros, incrustado en la roca, completamente oxidado, detalle que me indicaba que al parecer fue enterrado hacia bastante tiempo, su color y las letras ya no se notaban, lo golpee y el sonido indicaba que estaba vacío.

    ―¡¡muchachos miren lo que encontré!!―les dije en voz alta, al mismo tiempo que raspaba el tacho con la parte de punta del pico.

    Me quedé esperando la respuesta de alguno de los que entraron conmigo a trabajar, pero solo hubo silencio. Agarré una lámpara y me dirigí hacia donde estarían, seguramente, estaban muy ocupados y con el ruido de sus herramientas, no me habrían escuchado. Caminaba por una suerte de pasillo cubierto prácticamente en su totalidad por una penumbra tétrica, la oscuridad iba adueñándose del lugar y los faroles casi no iluminaban. Concentrado en encontrarlos, mi pie golpea un objeto y su sonido metálico llama mi atención, acerco la luz y veo que es otro tacho, muy similar al que encontré en la pared, con la diferencia que este estaba partido al medio, en ese momento me di cuenta que lo que les iba a decir no seria ninguna novedad, dejo el recipiente, sigo avanzando unos metros más y veo aliviado a uno de los muchachos.

    ―oigan muchachos ¿no saben lo que encontré allá adelante'?—le dije a Hugo, el mas grande de todos quien estaba parado mirándome fijo.

    Al verlo, me acerqué algo distendido sabiendo que no todos se habían ido, pero él en un momento movió su cabeza indicándome que no avanzara, entonces me quede parado, lo mire fijamente, tenía el cuerpo pegado a la pared, su rostro bañado en sudor presentaba una terrible palidez, y sus ojos me señalaron a su derecha, caminé unos pasos, me acerqué muy despacio y miré.
 
    —!!Carajo¡¡—Susurré y mis rostro se lleno de espanto...

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sábado, 27 de agosto de 2011

LA COSA-EL MITO DEL HOMBRE LOBO

BUENAS TARDES GENTE, SIGO SUBIENDO CUENTOS HECHOS POR MI. EN ESTA OCASION, LES TRAIGO LA HISTORIA DE PEDRO, UN MUCHACHO QUE DESCUBRE DE MALA MANERA, QUE LOS HOMBRES LOBOS EXISTEN. BUENO, ESPERO LES GUSTE Y COMO SIEMPRE DEJEN ALGUN COMENTARIO.

   
    —Desde hace varios meses, en nuestra ciudad, hay algo que está matando chicos, las autoridades no tienen pistas—Pienso, mientras miro desde la ventana de mi cuarto el patio donde se encuentra Lucho, mi perro, un ovejero alemán, de más de 12 años— en cada lugar donde se cometió un crimen no encuentran pistas concretas para atrapar al culpable y sinceramente me preocupa que va a pasar mañana, ya que mi hermanito tiene la misma edad de los que ya no están, pero juro por mi vida que voy a evitar que él sufra la misma suerte
    —Pedro… —Me llama mi madre mientras se dirige al baño, con un toallón más grande que ella— ¿podes ver como está tu hermano?, me voy a bañar.
    —Si MA, ya voy—Le respondo con gesto de enfado— pero seguro va a estar chupándose los dedos de los pies, como es costumbre
E ese momento recuerdo lo pensado frente a la ventana y mi gesto cambio rotundamente al de resignado.
    Cuando llego a su habitación veo desde la puerta que estaba haciendo exactamente eso. Tratando de agarrar su pie izquierdo, para después chuparce el dedo gordo. En cuanto entro me mira y empieza a reírse, como si en mi cara tuviera payasos, saltando y cantando.
    — ¿De que te reís pendejo? —le dije mirándolo con cara muy sería— acaso ¿tengo monos en la cara?
    — ! Ma llegué ¡—Escucho decir a mi hermano Damián.
    — Mamá se esta bañando Damián—Le grito desde donde me encontraba.
    Luego de creer que todo seguiría calmo, agarro el sonajero para mostrárselo a bebe. Escucho que sube a los saltos por las escaleras Damián. Me saluda como de costumbre, un golpe en la nuca, situación que hace reír a carcajadas limpias al bebe.
    — ¿Como andan chicos?—Pregunta despreocupado por lo que me acababa de hacer.
   — Yo bien—Le dije, mirándolo fijamente— y Lucas está justo para que le cambien el pañal.
    Damian me mira, amaga a decir algo, pero solo se dignó a mirar su reloj y dando media vuelta sin decir una sola palabra se retira.
    — Que lástima, solo vine a cambiarme de ropa— dice, mientras bajaba las escaleras— después me voy a una práctica. Tenemos partido el lunes, así es que cubrime por esta vez Pedrito
    — ¡Ma! —Le grito mientras trataba de cambiarle el pañal a Lucas— ¿Papá donde está?
        — ¡Cierto! —Le respondo, tomando el pañal bastante cargado con dos dedos— es que me había acostumbrado a que trabaje de mañana.
    —Pedro ¿Cuántas veces tengo que decirte? —Me respondió mientras secaba su cabello con el secador— desde que llegamos de ese viaje al interior, tu padre ahora trabaja de noche ¿te acordás?
    Se me hace difícil adaptarme al nuevo horario de mi viejo, siempre nos quedábamos por la tarde tomando una gaseosa. Sentados en la parte de atrás de la casa, ahora ya ni viene a dormir, claro, por el horario nocturno, lo se, pero eso también es raro, por que hace unos años, le propusieron trabajar de noche en la fabrica y la rechazo rotundamente. El decía que la noche se hizo para descansar. Después decidimos ir de vacaciones y fuimos a visitar a mis abuelos en el interior. Debo reconocer que cuando volvimos lo note algo cambiado, ya sea de actitudes como en hábitos, no solo aceptó el trabajo de noche, sino que los sábados o domingos, se la pasa durmiendo casi todo el día. Esta última parte si que es rara.
    —Hola mi bebe—Le dice con voz aguda, mi vieja, como hacen todas las mujeres cuando ven un retoño de la edad de Lucas o más chico.— acá está mami, veo que tu hermano te cambió el pañal.
    — Se portó bien Ma, además no se separaron mucho tiempo, solo te fuiste a bañar—Le digo con un tono a reproche, actitud que enseguida se dio cuenta mi vieja.
    —Parece que alguien está celoso ¿o miento?—Me dice dándome un beso en la mejilla.
    En realidad tenía razón. Cada tanto, cuando la veo como juega con Lucas, me vienen a la mente los recuerdos de cuando yo recibía esos mimos, pero debo entender que todo pasa y ahora le toca a él recibirlas.
    El resto del día lo pasé jugando con Lucas y después comencé a hacer mi tarea, no era mucha, pero según dichos de mi madre, si uno quiere llegar a ser alguien en la vida, el primer paso es cumplir con el colegio. Al caer la noche todo seguía tranquilo. Una vez terminada mi tarea, me acuesto. Al rato se escuchan ruidos en la cocina. Es mi hermano Damián y como siempre pasa por la heladera a picar algo. Miro la hora, las 2 de la mañana. Sube las escaleras. Abre la puerta de la habitación muy lentamente y sin siquiera sacarse las zapatillas, se tira en su cama, que para mi mala suerte está al lado de la mía, aclaro esto por que en cuanto se acuesta, empieza a roncar de tal manera, parecía que todo se vendría abajo en cualquier momento. Después de un rato el sonido que hace Damián más el sueño me tira a dormir. No se cuando tiempo había pasado. De repente, un aullido me despierta   
— ¿Que miércoles fue eso?—susurro a la vez que como si tuviera un resorte en la espalda, me siento en la cama quedándome en esa posición mirando la ventana.
    Con un miedo pocas veces manifestado, me levanto de la cama como esperando algo.
    —Damián, hey, Damián, ¿podes dejar de roncar un momento? —Le susurro parado al lado de su cama— ¿¿escuchaste eso??
    — Hmmm… ¿que pasa?, dejame de joder ¿queres? —Me dice dándose vuelta, quedando a espaldas mía— anda a acostarte
    Dejando a mi hermano y sus ronquidos. Decido asomarme a la ventana y observo a lucho, mi perro, parado en el medio del jardín con lo pelos del lomo erizados y mirando más allá del portón, donde hay muchos árboles. Miro hacía allá y podría decir que veo algo, algo grande, tiene la silueta de un hombre, pero hay algo raro en esa figura: las piernas son muy largas, trato de observarla con más detalles, pero los movimientos de la figura son de tal manera, que por un momento me da la impresión que primero estaba en dos patas, luego en cuatro patas y en esa posición sale corriendo.
    — ¿Qué carajo era eso?—solo eso atino a susurrar.
    Me doy vuelta, me siento en mi cama y así esperare a que amanezca, con los ojos bien abiertos, fijos en la ventana.
    A la mañana siguiente, bien temprano, mi vieja nos llama a desayunar. Al primer llamado Damián, se levanta y corriendo se mete en el baño. Supongo que a bañarse, lo que el no sabe es que el olor a pies y demás partes de su cuerpo, quedan impregnadas en las sabanas. Aroma que enseguida lo delataba ante el olfato de mi madre. Por lo que le llama la atención que su hijo otra vez, se había acostado sin asearse. Lo espera en la puerta del baño, y cuando sale, la cagada a pedos que se come el pobre infeliz es para grabarla. Pero a pesar de que toda la escena fue divertida, no podía sacar de mi mente la imagen de anoche. Esa silueta poniéndose en cuatro patas, para después salir corriendo, me intriga.
    —Pedro—Me grita mi vieja desde la cocina— a levantarse para el colegio. Vamos, no voy a repetir.
    Que fuerza en la vos tiene mi madre, a pesar de que estaba bastante retirada de la escalera que da a mi habitación, pareciera que estuviera al pie de esta, fuerte y claro.
    —Ya voy Ma—le respondo mientras trataba de encontrar mi media— me estoy cambiando.
    —Tome mi bebe, acá está su comidita—le dice mi mamá a Lucas.
    Los veo mientras me acomodo la remera en la puerta de la cocina, observando como hace avioncitos con la cuchara llena de vaya a saber uno que era, apuntando a la boca de Lucas.
    --Buen día Ma—digo y enseguida me siento a la mesa— buen día Lucas.
    —Buen día Pedro, acá tenés café con leche y pan con manteca—Me dice y sigue jugando con Lucas, pero por la cara de mi hermanito, el no quería seguir con eso.
    — ¿Ya vino Papá?—le pregunto
    —Si, esta durmiendo—me responde— le duele la cabeza y el brazo.
        — cierto, su brazo—pienso.
    Recuerdo cuando fuimos a la casa del abuelo. Había una especie de perro salvaje que atacaba a las ovejas, cansados de eso, él y mi viejo fueron a cazarlo y volvieron con el perro en una bolsa. Mi abuelo le acertó un tiro al costado debajo de la pata delantera izquierda, pero antes, al parecer mordió a mi viejo en el brazo derecho. Lo atendieron en una sala de primeros auxilios cercana y mientras esperábamos que los médicos lo terminaran de suturar, mi abuelo me regalo una bala similar a la que uso para matar al animal. No se por que lo hizo, pero es hasta el día de hoy que la conservo. A pesar de que le curaron la herida, cada tanto le molesta, al parecer fue una herida profunda y ahora le quedó una cicatriz algo fea.
    Después de desayunar y saludo a todos y me dirijo al colegio. Una vez allí y mientras las horas pasan, cada tanto mi mente, trae la imagen de la silueta que estuvo afuera de la casa. Trato de concentrarme en las materias que eran dictadas por los profesores solo me concentro en las materias. En el recreo, charlando con Gastón, un muchacho que cursa 3 años más que yo, esta en el mismo año que Damián nota que estoy distraído, es que esos pensamientos acerca de lo de anoche, volvieron.
    — ¿Te pasa algo Pedro? —Me pregunta Gastón— desde hace un rato, te vengo observando que estás un poco distante. Mientras espera mi respuesta saca un cigarro del bolsillo, pero al ver que un profesor andaba cerca, decidió guardarlo.
    — No pasa nada—Le respondo con pocas ganas— estoy preocupado por mi viejo, nada más.
    — Acaso ¿está enfermo? —Dice con voz despreocupada— tu viejo siempre fue un hombre fuerte, seguro que sea lo que fuera que lo este jodiendo, pronto se le va a pasar.
    —Si, creo que tenes razón—respondo— creo que me preocupo al pedo.
    —Eso, arriba ese animo—me dice esta vez con la voz más animada— lo que si me preocupa son esas muertes de chicos, seguro debe ser algún loco.
    —veo que te enteraste también de eso—le digo.
    —si lo llego a pescar te juro que lo agarro del cogote y se le van a pasar las ganas de hacer ese tipo de cosas—Me contaba, a la vez que movía los brazos como si sostuviera un machete de verdad— mi viejo se compró un machete bastante grande, como el de las películas.
.
    El colegio y sus clases, quedaron en el pasado. Me apuro en llegar a casa lo antes posible. Mi intención es terminar la tarea antes de que se haga de noche y poder vigilar la casa desde mi ventana.
    Eran las 20 hs, terminamos de cenar y hacía una hora que mi viejo se había ido a trabajar. Mientras ayudo a mi a levantar los platos mi vieja los lava, una vez terminado todo me dirijo al baño y después a mi habitación.
    —Damián, necesito hablar con vos—Le digo, mientras él se prepara para acostarse.
    —Prometo no roncar muy fuerte —Me responde— en realidad no lo prometo, por que es una cosa que no puedo controlar.
    —No es eso—Le respondo— ya estoy acostumbrado al ruido infernal de tu garganta, es otra cosa.
    — A ver ¿Qué es entonces?—dice con cara de desconfiado.
    —No se si me vas a creer, pero anoche me desperté por un aullido muy grueso—Le digo a pesar de que su gesto cambiaba de desconfiado e intrigado a incrédulo— me asomé a la ventana y vi que lucho estaba ladrando a algo que estaba parado cerca del portón, era una cosa muy rara, me vio y enseguida salió corriendo
    —Yo te sugiero que no comas mucho chocolate antes de ir a dormir—Me termina diciendo.
    — Sabía que hablarte era al pedo—Le digo poniendo un gesto de muy mal gusto.
   —A ver, mirá, no quiero ser mala onda ni mucho menos—Me dijo en voz baja— pero ¿Qué queres decirme? ¿Qué el loco que esta atacando chicos, estaba en el portón de casa y no fuiste capaz de decirle nada a nadie?   
    Como el me lo planteaba me da a entender que lo que estaba tratando de decir era tan ridículo como las películas de terror de clase B que veíamos los sábados a la noche.
    —Si creo que tenes razón –Le digo— pero algo vi ahí afuera…  
    Después de tener esta “productiva” conversación con Damián. Se da media vuelta y susurrando vaya uno a saber que cosas, se tira en su cama y tapa su cabeza con la almohada. Me acerco a mi cama a hacer lo mismo cuando un aullido cortó como un cuchillo invisible el silencio que se formo luego de la semi-discusión entre mi hermano y yo.
    —No me digas que no escuchaste eso—Le digo clavando mis ojos en su rostro pálido.
    —Que… que… que… mier ¿que mierda fue eso?—Me dice.
     Es  la primera vez que lo veía realmente asustado, muchas veces cuando mi viejo lo retaba o amenazaba tenia algo de cuidado pero esta vez esta aterrado, espantado y su rostro lo refleja muy bien.
    —Es el mismo puto grito que escuché anoche—Le dije asomándome a la ventana— pero esta vez sonó mucho más fuerte.
    En ese momento Damián, agarra su celular y empieza a marcar un número. Al principio pienso que es el de la policía, pero enseguida me doy cuenta que no solo no llamo a la ley sino que mi hermano me esta ocultando algo.
    —Hola, está pasando como calculamos—Le dice a su celular, ante mi mirada completamente incrédula— recién lo escuché y según me enteré, ayer también, o sea que tenemos una noche más y si fallamos habrá que esperar 15 días, pero eso no quita que no pueda matar en la otra forma.
    —OK… nos vemos en la puerta del cementerio—Dice susurrando Damian — seguramente, va para allá.
   
    — ¿Como sabes?— escucho apenas que dicen del otro lado del fono.
    — ¿Cómo lo se? —Decía a la vez que se paraba a mi lado, observando por la ventana— no se si te acordás, pero la vez anterior, cuando atacó al último chico, la policía le perdió pista en dirección al cementerio. Me juego que su refugio está allá.
    Después de un rato más de charla. Corta la llamada. Saca una cajita de debajo de su cama y de su interior, saca una de las dos armas que desde donde me encuentro, puedo ver.
    —Damián, ¿con quien hablaste? ?—le pregunto— ¿De donde sacaste eso?
    Parado a su lado veo que manipula el arma, como alguien que nunca toco una en su vida.
    —Decile a mamá… —Me dice acomodándose el arma en la cintura— en caso que pregunte, que fui a la casa de un amigo. Vuelvo antes que amanezca.
    —No… —Le respondo firme— si viene mamá a preguntar, le voy a decir la verdad.
    —No seas boludo pendejo—Me responde.
    —Está bien— redigo mientras busco mi ropa para vestirme— no le voy a decir nada, con una condición.
    — ¿Cuál?— me dice y al parecer no caía que iba a ir con el, ya que me estaba vistiendo para salir.
    —Que me dejes acompañarte—Le dije con la voz muy seria— por que si vas a ir a perseguir a quien mató a esos chicos. Lucas es también una probable victima.
    — Ok, pero haces y decís lo que yo te diga—Me dijo también con voz que pocas veces la escuché— corrés cuando te lo diga que corras y te moves cuando te lo diga, sino no venís.
    Salimos de la casa por la ventana de mi habitación, Damián, lleva un bolso pequeño cruzado al cuerpo y dentro de el está la caja con las dos armas. Caminamos una cuadra él no deja de mirar hacia ambos lados, hasta que en la esquina nos encontramos con Gastón.
    — ¿Qué hace Pedro acá?—Es lo primero que pregunta antes que cualquier saludo.
    —El lo escuchó ayer a la noche—Le responde Damián— además mejor tres que dos ¿trajiste lo tuyo?
    — Si, acá está, lo afilé y corta hasta una hoja de papel—Le responde Gastón sacando su machete reluciente.
    —Yo también traje lo mío—Le comenta Damian, sacando las armas de la caja de madera— mirá, están cargadas, bueno una esta cargada, la otra tiene 2 balas, pero bueno, pueden servir.
    — ¿Y yo que hago?—Pregunto interrumpiendo la conversación entre ellos.
    —Tomá… esta pistola la tenes vos, yo llevo la otra—Me responde, asiento con la cabeza y nos dirigimos al cementerio. 
    Sabiendo de ante mano que la cosa estaría esperándonos. Nosotros, tres individuos, inseparables, decidimos darle caza, fue así que cruzando el portón. Armados solamente con 2 armas, un machete y sobre todo mucho coraje. Vamos entrando al sector de la bóvedas, donde al parecer yace la criatura que la noche anterior, se llevo las almas de 2 niños.
    Luego de caminar varios metros, la sensación de que algo nos está observando nos invade. No nos equivocamos. Se que la criatura, está apostada detrás de algunas lapidas nos está siguiendo con su mirada maligna. Imagino que sus ojos rojos siguen nuestros pasos y su boca despidiendo baba, en grandes cantidades bañaban sus dientes afilados, hasta caer en hilos hacia el suelo
   
    —Damian—le digo—todo este lugar me da escalofríos.
    — vamos Gastón, seguime—le dice Damian a su amigo.
    En ese momento y aprovechando que estábamos concentrados en entrar a la bóveda y sabiendo que si atacaba en ese momento, saciaría su hambre, la bestia da un salto descomunal, acompañado de un rugido amenazante.
    —Cuidado muchachos—les grito. 
 Pero para cuando se percataron, la bestia les cae encima, más precisamente sobre Gastón quien sostenía el machete, aplastando su cabeza sobre el piso.
    Con mi hermano al ver tal acto de salvajismo, disparamos, pero a la bestia parecía no hacerle daño alguno. Toma a su victima por una de las piernas, se nos acercó lentamente y nos arroja el cuerpo sin vida de nuestro amigo como si no pesara nada.
    —maldita sea—le dice Damian
    La pelea está perdida, no había salida y en el fondo sentimos que estamos condenados.
    —Se me ocurre una cosa—le digo a Damian
     Sacando el recuerdo que una vez me dio mi abuelo, la bala, era una de plata. La cargo y cuando la bestia decidida a destrozarnos a todos nos ataca, disparo dándole en el pecho. Lo siguiente es un espectáculo de lo más desagradable: vómitos de espuma verde, aullidos, aliento a muerte y el cuerpo que se prende fuego totalmente. Acto seguido aullidos  que se transformaban en alaridos de dolor hasta que al final cae y la piel quemada deja al descubierto un cuerpo humano, alguien conocido por ambos, nuestro padre.
    Al ver el cuerpo completamente herido por las balas que anteriormente disparamos, siento muy en el fondo de mi alma una gran tristeza, pero también alivio, porque según dicen, el hombre lobo es el ser sobrenatural más torturado, ya que la parte humana convive, por así decirlo, con la bestia, por eso querido padre... que en paz descanses. 
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sábado, 25 de junio de 2011

INOCENCIA VENGADA

    BUENAS TARDES GENTE, TANTO TIEMPO, NO CREAN QUE ME OLVIDE LOS QUE ME SIGUEN EN ESTE BLOG, COMO SABRAN YA ABRI EL OTRO CON LOS CUENTOS DEL CAZADOR DE NUESTRAS TIERRAS, SEGURO YA LOS HABRAN VISITADO, EN CAMBIO ACÁ LES TRAIGO UN CUENTO ACERCA DE LA MALDAD, SER MALO SE HACE, NO SE NACE CON MALDAD, ESPERO QUE LO DISFRUTEN

    Según algunos expertos, tanto los homicidas, violadores, torturadores, golpeadores, incluso los asesinos en serie, no nacen, se hacen, algunos se convierten en pensadores perversos hasta que llevan esos pensamientos a la realidad y es ahí donde se transforman en animales perversos, entidades capaces de cometer actos brutales.
    Otros, en su mayoría hombres, que por sus actos, se caracterizan por dañar a cualquier persona, pero no solo físicamente, sino psicológicamente, desconociendo edades y sobre todo sexo son aquellos que desquitan sus frustraciones, sus resentimientos, ya sea por traumas en el pasado, abusos físicos, como mentales, sobre el genero, que más allá que ocupen distintos puestos en la sociedad, siguen siendo el sexo débil, la mujer.
    Este es el caso de Joselo, un sujeto que por haber sufrido reiterados ataques por parte de su padre, se convirtió en un violador serial, actos por lo que al cumplir la mayoría de edad fue condenado y encerrado por 20 años, acusado de violar a 3 muchachas, aunque según el fiscal, habría más victimas, pero al no poder probarlo, solo se lo condeno por los 3 casos.
    Joselo no tenía el aspecto típico que cualquiera relacionaría con un violador, se vestía informal, campera de  jeans, pelo corto, siempre bien afeitado y con unos ojos, que cuando te miraba, era difícil de pensar que ese hombre era capaz de dañar y mucho menos, de cometer tales actos por los cuales fue encerrado, pero así era él y ahora, cumplió su condena y fue liberado muy a disgusto de la mayoría de los guardias del precinto.

    --Al fin libre carajo, ¡¡libre¡¡ después de 20 años, ahora, lo primero que hay que hacer, es buscar a mi amigo Clausen, seguro que debe vivir en el mismo lugar de siempre, su taller de autos—pensaba, mientras daba los últimos pasos fuera de la cárcel, lugar que observo por unos segundos, para luego fijar sus ojos en el cielo algo nublado
    Joselo se vio sorprendido, al percatarse mientras se acomodaba la campera, que sobre la vereda estaba la camioneta de su amigo y compañero de andanzas, Clausen, quien sentado en su interior, lo esperaba y observaba.
    --Hola viejo, era tiempo, hace 2 horas que estoy debajo de este sol infernal, por suerte, traje cerveza—Le dijo, su compañero mientras destapa una lata, al parecer bien fría y le arroja otra.
    --Hola Cla ¿Cómo estas amigo tanto tiempo?, perdón por hacerte esperar, pero había que firmar varios papeles, ya sabes, la burocracia del sistema—Le respondió Joselo, a la vez que subía a la camioneta, luego de tirar su bolso a la parte de atrás del vehículo y le daba un buen trago a la lata.
    --Como sé que estuviste mucho tiempo, digamos en “abstinencia”, te tengo un regalito en casa—Le dijo su compañero guiñándole el ojo izquierdo, a la vez que arrancaba el vehículo.
    --¿Seguís teniendo ese mugroso taller de autos?—Le dijo Joselo.
    --Si, pero de tantos autos que tengo y después de lo que te paso, decidí alquilar una casita mas alejada, y es ahí donde me entretengo, vos me entendes—Le comento Clausen, sacando otra cerveza del pack de 6.
    --Bien Cla, veo que no perdés el tiempo—Le respondió y le dio un trago enorme a la lata para así terminarla, apretarla con la mano y arrojarla por la ventana.
    --Es rubia, como a vos te gusta, 24 años, al principio se resistió, como todas, pero después, y. . .y. . .no, mejor no te lo voy a contar, la tenes que ver, te va a gustar—Le decía Cla a su copiloto, a la vez que se secaba la saliva de la comisura de la boca, con la manga de la camisa.
    --Ya se me hace agua la boca, carajo, 24 años, seguro debe tener la piel suave como la seda, su pelo dorado, casi puedo sentir su aroma, fresca, dulce, como una rosa recién cortada, una vir. . . .—Decía Joselo, pero fue interrumpido por su compañero.
    --Si Joselo, una virgen, su dolor me alimentó por varios días—Dijo Cla, por lo que su compañero, lo miró con una rara llena de odio.
    --¿Ya la probaste?—Le dijo con un tono frío que cortaba el aire, al mismo tiempo que le pegaba un golpe de puño al techo de la camioneta.
    --Si, pero solo dos veces viejo, solo dos veces y nada más—Le respondió Clausen, entre balbuceos.
    --Acaso ¿soy tu perro, tu mascota?, ¿crees que por que salí de la cárcel, voy a comer tus sobras?, maldito hijo de puta—Le ladró Joselo golpeando la puerta de la camioneta, con los puños.
   --Pe. . .pe. . .perdón Joselo, no. . .no sabía que te molestaría, no te preocupes, vamos a buscar una nuevita, nuevita y va a ser toda para vos ¿Qué te parece?—Le dijo Cla, casi en forma de ruego.
    --Por tu bien, espero que aparezca una como me gusta, de lo contrario… –Dijo, sin mirarlo, mostrándole el puño apretado y concentrando su vista en el camino.
    Condujeron más o menos media hora, cuando vieron una muchacha haciendo dedos a un lado del camino, era de estatura mediana, buen cuerpo y lo mejor de todo, tenía el cabello rubio     
    Los muchachos se miraron, esbozaron una sonrisa e intercambiaron gestos y Cla, sin perder tiempo acercó la camioneta muy tranquilamente para que su compañero pudiera conversar.
    --Buenos tardes hermosura ¿para donde vas?—Le dijo Joselo.
    --Hola, voy al centro—Le respondió la chica.
    --Me llamo José y él es mi amigo Cla ¿Podemos alcanzarte?, vamos para ese lado también, nos dedicamos a la música, yo canto y el toca la guitarra—Le comentó Joselo a la chica que parecía desconfiar.
    --No, gracias, seguro va a pasar algún colectivo que me lleve—Le respondió dando un paso hacia atrás, detalle que Joselo entendió que la presa no seria fácil de atrapar.
    --Vamos, por acá no pasan colectivos, ni micros, te llevamos y de paso me ayudas a practicar con mi nueva canción, la terminé de escribir hace una hora—Le dijo Joselo y con esa frase le alcanzo, no solo para hacerla acercar, sino también para hacerla subir a la camioneta.
   --¿Cómo te llamas?—Le preguntó Clausen a la muchacha, quien con sus cabellos rizados al viento daba una gran sensación de pureza.
    --Yesica, pero mis amigos me llaman Yesi—Le respondió la muchacha, acomodándose en el asiento de atrás.
    Mientras viajaban por la ruta, Joselo y yesi practicaban una canción que el presidiario hizo en la cárcel, mientras tanto Clausen al volante buscaba el cartel que le indicaría donde doblar para ir a la casa que había alquilado, pasado varios anuncios que señalaban las continuaciones de la ruta, el tan ansiado anuncio estaba a unos 200 metros, Clausen, le hizo una seña a su compañero y este levanto la cabeza y se dio cuenta que estaban llegando.
    --OK, Yesi, vamos a pasar por la casa de mi amigo, a buscar alguna notas y volvemos, solo serán 2 minutos, ¿te molesta?—Le preguntó Joselo, a lo que la chica asentó con la cabeza.en forma negativa
    Fue entonces que Clausen dirigió la camioneta hacía un camino que salía de la ruta, era un sendero de tierra, rodeado de árboles y en cuyo final se encontraba la casa, un inmueble de una planta, a simple vista cualquiera que pasara por el frente, diría que está abandonada, debido al pasto crecido cerca del portón de entrada y las paredes con pinturas descascaradas.
   Una vez que llegaron a ella, tanto Joselo como Clausen, se prepararon para bajar con la intención de entrar en ella.
    --Enseguida volvemos, solo vamos a buscar las notas y algunos  instrumentos—Le dijo Joselo a Yesica, quien asentó con un meneo de cabeza
    La muchacha, sentada en la parte de atrás de la camioneta, sola, se asomó a la ventana y al no ver a los muchachos por ningún  lado, el miedo y la paranoia empezaron a crecer en su cabeza, trató de mantener la calma y sus ojos se clavaron en la puerta de entrada de la casa, esperó unos minutos más y el instinto de conservación se hizo presente, por lo que intentó abrir la puerta de la camioneta con la intención de salir, pero algo raro pasó.
    --!!Yesi, en un minuto salimos¡¡ no te preocupes—Le gritó asomándose a la puerta Clausen, a la asustada muchacha, quien al  escucharlo definitivamente sintió que algo ni iba bien.
    Yesi, espero a que Clausen se metiera de nuevo a la casa, abrió la puerta de la camioneta, ni bien salió a la vereda, Joselo la agarró de un brazo y de un tirón intentó llevarla al interior de la casa.
    --Ey, soltame José, dejame ir, te dije que me soltaras!!Me -lastimas¡¡--Le gritó la chica, moviendo su brazo, tratando de
 Zafarse de las manos de Joselo.
    --Dejá de moverte pendeja y me vas acompañar a entrar a la casa ¿ok?, vamos movete, no me hagas perder el tiempo—Le decía Joselo, ya con poca paciencia, mientras la llevaba casi arrastrándola.
    --!!!NO QUIERO IR¡¡¡!!!!DEJAME EN PAZ, HIJO DE PUTA¡¡¡--le gritó la chica, ya completamente fuera de sí.
    Joselo, cansado de escucharla y hacer fuerza en una lucha para él inútil, soltó el brazo de la muchacha, la agarró de la ropa y le propino un golpe tan violento en el rostro, que hizo que el cuerpo de su victima chocara contra la camioneta, para luego caer sentada a sus pies decidió y así ponerle fin a toda discusión.
    --Ahora que me hice entender ¿vas a moverte o queres más?—Le dijo Joselo, a la muchacha al mismo tiempo que esta ensuciaba el suelo con la sangre que caía de su nariz, que después de unos segundos fue limpiada por el brazo de la muchacha.
    La muchacha no emitió sonido, con el rostro apuntando el suelo, su nariz seguía sangrando y ensuciando el suelo, sin perder más tiempo, Joselo la agarró nuevamente del brazo, la levantó y casi arrastrándola la metió a la casa.
    --Por fin, pensé que causaría más problemas, pero me equivoqué, dámela que la llevo al sótano, así le presento a mi “novia”, vos tomate otra cerveza—Susurraba Joselo.
    --No gracias, no vaya a ser cosa de a esta tambien la quieras “probar”—Le contestó Joselo.
    Una vez dentro de la casa, Joselo agarrándola fuerte, llevo a su victima al sótano, donde se encontraba otra muchacha, acostada en un rincón del lugar, completamente golpeada y con un grillete en el tobillo derecho.
    --Espero que te guste la compañía nena—Le dijo y agregó-- Yesi, te presento a Ofelia, la “novia” de mi amigo—Terminó diciendo Joselo a Yesi, quien miraba con los ojos desorbitados a la chica con el rostro espantado y al lugar, un nido de ratas.
    Ofelia era una muchacha de unos 23 años, rubia, debido al encierro tenia una delgadez casi extrema, estaba acostada y a pesar de que Yesi gritaba, no alteraba su siesta
    --Te vas a quedar acá, pero primero, me vas a dar algo que ansío mucho nena—Le decía Joselo, mientras se acercaba muy despacio hacia Yesi.
    Sin darle tiempo a reaccionar a la muchacha, se le tiró encima, al ver resistencia, recurrió nuevamente a los golpes, esta vez con la mano abierta sobre el rostro de la chica.
    --!!!NNOO¡¡¡ ¡!!!!POR FAVOR, NNNOOO¡¡¡¡--Gritó la muchacha, devolviendo algunos golpes que alcanzaron a su atacante en el rostro.
    --¡!!!!!Uhhh¡¡¡¡, brava la pendeja, Joselo—Susurró en tono de burla Clausen, hacía su compañero al ver la respuesta de la chica.
    --¿queres jugar rudo?, esta bien, me gusta, soy bueno en eso—Le Dijo Joselo mientras tomaba a la muchacha por las muñecas.
    La arrojó al suelo, le quitó la ropa a fuerza de tironeos, hasta dejarla solo con el corpiño, le pasó la lengua por los hombros, el cuello y la mejilla derecha, la muchacha, con la nariz rota y sangrando, al sentir eso, intento apartarlo con sus manos, acompañado por un gesto de repulsión.
    --MMMM, hacela difícil nena, lo voy a gozar mucho más—Le dijo Joselo, sacando una navaja del bolsillo de su pantalón, objeto con el cual, le quitó el botón del pantalón.
    A pesar de estar amenazada, la chica seguía defendiéndose, pero su atacante era mas fuerte y volvió a demostrarlo a fuerza de golpes, dejándola casi inconsciente, situación que dejó a su victimario a sus anchas, pudiendo quitarle la ropa por completo y dando rienda suelta a lo que mejor sabía hacer...
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