miércoles, 16 de febrero de 2011

DEDICADO A LOS CHICOS

Esta historia es un "bocadillo", mientras preparo el cuento del cazador de nuestra tierra.
    En esta ocasion, les presento una historia que puede ser fictisia o no, acerca de una aventura, que nos traen Ezequiel y sus amigos, en la busqueda de un tesoro, espero que les agrade y no se olviden de comentar.

TORTA, TESORO Y UNA AMISTAD ESPECIAL


    --Después de esperar durante todo un año, por fin llego el día, y espero que esta vez, obtenga lo que tanto añoro, seguro que los muchachos van a venir en un rato, ojalá mi abuelo estuviera conmigo, aunque según mi viejo, el va a estar presente, no se como va a estar, si se fue hace 6 meses—pensaba tirado en la cama, con una emoción pocas veces dada por mi.
    --Ezequiel ¡!!a levantarse, son las 9 de la mañana y el sol esta arriba¡¡--me grita mamá y por el tono, al parecer no es el primer grito que me lanza, siempre el primero lo hace desde la cocina, a medida que su paciencia se acerca al limite los gritos los hace cada vez mas cerca de mi habitación y este lo hizo pegado a la puerta.
    Me hice el dormido y la espié por debajo de las sabanas y pude ver que su gesto era de poca, perdón de muy poca paciencia, por lo tanto me destapé y asenté con la cabeza, haciéndole cambiar el gesto como por arte de magia, es más, se me acerco con una sonrisa de oreja a oreja.
    --buen día corazón y feliz cumpleaños—me susurro después de darme un beso en la frente y cuando creí que hasta ahí llegaba el saludo, me empezó a tirar de la oreja derecha al mismo tiempo que contaba.
    --1,2,3,4,5,6,7,8,9 y 10 (diezzzzzzzzz), listo, ahora si, a levantarse—termino diciendo, se dio vuelta y se fue, susurrando algo, como que se le quemaban las tostadas o algo así.
    Después de ese momento al estilo mamá, decidí levantarme y me camine al baño a descargar y de paso a lavarme los dientes, esto segundo lo haría depende como los vea en el espejo.
    --hola muchachote ¿Cómo estas? Ya sos todo un hombre jajajajaja—me digo a mi mismo, en cuanto mi imagen se refleja en el espejo del baño, luego empiezo a hacer toda clase de gestos, saco músculos y demás pavadas, hasta que me decido a lavarme la cara y tratar de peinarme, eso si era una misión imposible.
    --Ezequiel, ¿vas a estar todo el día en el baño?—gritó mi viejo, al querer entrar, casi dormido, luego de golpearse la nariz con la puerta.
    --Buen día señor, venimos a ver a Ezequiel—le dijo uno de mis amigos
    --Buenos días muchachos, me alegro de verlos, así me ayudan a que Eze, salga mas rápido del baño que de costumbre—respondió mi viejo.  
    --Eze, llegaron los muchachos, espero te hayas levantado muchachito—otra vez mi vieja, por suerte estaba listo. . . .o casi.
    --Hola chicos, ¿Cómo están?—les dije abriendo la puerta del baño, en ese momento, mi viejo entró como un loco, empujando tanto a los muchachos, como a mi.
    Como todos los años desde el jardín de infantes, mis amigos son, el intelectual Hugo, el muy bien parecido (según él, claro) Federico y Nicolás, un muchacho, que si no fuera por que nos criamos prácticamente juntos, debido a que su madre trabajaba muchas horas, él se quedaba en casa, así con el tiempo nos fuimos conociendo y terminamos siendo amigos, pero la verdad es un poco despelotado, tanto en lo personal ya que parece que se le va a caer el pantalón en todo momento, como en lo que se refiere a la organización de los estudios, pero en fin, a los amigos uno no los elige, así decía mi abuelo.
    --Che Eze, nos dijo tu vieja que a partir de las 5 empieza el cumple, espero que esta vez sea mas divertido que a del año pasado—me dijo Nicolás, mientras se acomodaba los pantalones.
    --Si, sobre todo no hubo minitas, eso nunca debe faltar en un cumple—agregó Fede, siempre pensando en levantes.
    --Para mi, lo importante es que pueda charlar de cosas variadas, por que a las chicas les gusta que uno tenga conversación—Dijo Hugo mirando de reojo a Federico, quien enseguida se dio cuenta que esa indirecta le caía encima.
    --No se, pero lo que si se, es que a las chicas, no les gustan los que se peinan para un costado, como si le hubieran puesto moco en el pelo—remató Federico.
    --Bueno, bueno, córtenla los dos, parecen dos boludos, siempre lo mismo, discuten y al final, cuando llega el momento de acercase a las chicas, se quedan quietos, pegados a la pared y mirándose las zapatillas—dije con voz decidida, a la vez que me rascaba la cabeza.
    --el empezó—dijo Federico.
    --vos empezaste boludo—respondió Hugo.
    --cortémosla ahí, hoy es el cumple de Ezequiel y hay que pasarla bien—dijo Nicolás, metiéndose entre medio de los dos, como si fuera un arbitro en una lucha libre.
    Después de esa incomoda situación, pasamos todos a mi habitación, debo aclarar que no soy el “señor limpieza” ni el “todo en su lugar”, pero como mi vieja no suele entrar seguido, mucho no se da cuenta, además mientras yo sepa donde están las cosas básicas para mi “subsistencia”, alcanza, tales como zapatillas, medias (limpias o no), remeras (limpias o no) y sobre todo mis viejos, rotosos y queridos jeans negros.
    --Che Eze, que lastima que tu abuelo no va a estar en este cumple—susurro Hugo, mientras jugaba con unas cartas, que encontró tiradas sobre mi escritorio.
    --Es cierto, tu abuelo era muy copado Eze—Agrego Federico.
    --recuerdo que el cumple pasado se disfrazo de payaso, no le salía un solo animal con los globos, pero la pasamos re-bien igual—dijo Nicolás con la voz y los ojos nostálgicos.
    --lo voy a echar de menos, pero bueno—solo eso se me ocurrió decir, mientras pensaba los días de pesca, que nunca pescamos nada, pero la pasábamos genial.
    --Eze, teléfono, es Martín—gritaba mi vieja desde el comedor.
    --Ni se te ocurra invitarlo, acordate lo que nos hizo durante todo el año—me dijo Hugo en forma amenazante.
    --Corrección, lo que te hizo, por que si mal no recuerdo, siempre busca al nerd de nuestro grupo—agregó Federico.
    --basta—les dije y atendí el teléfono—Hola ¿Martín? ¿Cómo estás?—dije con voz de pocos amigos.
    --Ezequiel, todo bien ¿y vos?, me enteré que hay cumple ¿a que hora empieza?—respondió del otro lado.
    --a las 5 pero. . . .—atine a decir
    --OK a las 5 estoy ahí—respondió e inmediatamente corto la comunicación.
    --Otra vez te gano de mano, pero que sos boludo—me dijo susurrando Nicolás, ya que no podia decirmelo en voz alta, por mi madre, que estaba a pocos pasos de nosotros.
     --¿Qué querías que hiciera, si me dijo que venia y corto?, bueno que venga, cualquier cosa, le digo que se vaya y listo—respondí también en forma de susurro.
    Al oírme decir eso, los muchachos se miraron como si les hubiera dicho una mentira, completamente incrédulos, estaba en una situación un poco incomoda, necesitaba decir o que pasara algo para aflojar la tensión del momento.
    --Eze a desayunar, ¿tus amigos también querrán?—fueron las palabras salvadoras, como siempre, tenían que venir de mi vieja.
    Casi de inmediato, mi vieja recibió toda clase de halagos, de parte de los muchachos, todo, por una simple taza de café con leche, pan y manteca, nos sentamos y desayunamos en paz, mientras lo hacíamos, me vino a la mente Antonio, el más tímido de todos mis amigos, sabia que si no lo invitaba en persona, no vendría.
    --chicos, escuchen, tengo que invitar a Antonio—les dije pero al parecer el desayuno podia más.
    --Oigan, chicos—les dije, esta vez en voz alta, a la vez que golpeaba la cuchara contra la mesa.
    --qge, phgafa—decía Nicolás con la boca lleno de pan, no se le entendía nada, por lo que lo miré de tal manera, que tragó todo lo que tenia en la boca, con un solo esfuerzo.
    --Perdón, quise dije ¿Qué pasa?—dijo Nicolás, con la boca vacía, ya que los demás seguían dándole al diente.
    --Que tengo que invitar a Antonio—le respondí
    --uuuhhhh, nooo, a ese no, es re bobo, Eze—decía Federico, escupiendo migas de pan para todos lados, con cada palabra que pronunciaba.
    --UUhhhh, ¿Por qué a ese?, es re-opa, no juega, no se ríe, no nada, se queda parado, al lado del portón, es muy extraño—agregó Hugo.
    --Dale decí algo, solo faltas vos—le dije a Nicolás.
    --No es gracioso, pero es tu cumple, si lo invitas, aguántatela después—dijo y siguió dándole al pan con manteca.
    --Lo se, tiene una muy particular forma de hacer amistad, pero es mi amigo y lo voy a invitar igual—sentencié. Observando que los demás hicieron un gesto de afirmación, di por terminado el tema.
    --Cambiando de tema, la torta, ¿Quién la va a hacer?—me dijo Nico.
    --Seguro la mamá ¿Por qué?—le respondió Hugo
    --Ya se por que, ni me lo recuerden, el año pasado le salió toda quemada y para que no se notara, la cubrió completamente, con crema “pastelera”, fue la peor torta de mi corta existencia—le dije.
    --jajajajaja—todos rieron al mismo tiempo, al verlos, comprendí que no era importante para ellos ese detalle de la torta y los acompañe en las carcajadas.
    Luego de desayunar, nos dirigíamos a la puerta cuando escuché que me llamaban.
    --Eze, después me gustaría hablar con vos—me dijo mi viejo.
    --Si pa, no hay problema—le respondí y mientras me dirigía a la salida le avise a mi vieja que me iba
    —Ma, me voy con los chicos a la casa de Antonio, enseguida vuelvo—
    --Está bien, cuidado con el perro de don Anselmo—me respondió desde la cocina, haciendo la torta imagino.
    Mientras nos dirigíamos a la casa de mi amigo, agarré una varilla que se encontraba tirada entre las ramas de una poda, la agité a modo de espada y comencé a golpear las rejas de las casas vecinas, mientras lo hacía me quede pensando, por un momento, en lo que me dijo mi viejo, el no es de hablar mucho, pero así y todo es muy comunicativo, se que suena raro lo que digo, me refiero a que sus gestos son muy expresivos, como cuando le use la caña de pescar para atar un hueso y joder al perro de al lado, me quede dormido y el pulgoso, agarro el hueso y se llevo toda la tanza, hasta arrancar el riel, mi vieja me cago a pedos, pero mas sentí la mirada de mi viejo, supe que no aprobada para nada lo que hice, después, solo me dijo “que no se vuelva a repetir”, y así fue, hoy el perro sigue mordiendo ese hueso y yo, solo lo miro desde arriba del techo de casa, este pensamiento me distrajo de tal manera que pegue un salto al escuchar el ladrido amenazante de Cachilo, el perro de don Anselmo, que trataba de agarrarme la remera de entre las rejas.
    --Perro loco, acaso ¿tengo cara de churrasco?—le grité al mismo tiempo que miraba como los chicos se destornillaban de risa.
    Una vez en la casa de Antonio, tocamos el timbre de entrada. Nos atendió la madre, preguntamos por él, pero nos dijo que estaba enfermo y con un poco de fiebre, que no sabía si podría venir, pero que le gustaría estar conmigo, en este día tan especial para mí. Al principio me dio pena escuchar lo de la fiebre, no así a mis acompañantes, que festejaron disimuladamente el que el “bobo”, no pudiera venir. Pero después me dejó pensando lo último.
    --Que lastima que Antonio no pueda estar, pero cuando termine la fiesta, le voy a llevar un trozo de torta—pensaba, mientras emprendíamos el regreso.
    Estando ya en casa, mi vieja ya tenia colocados algún que otro globo, me pareció medio de “pendejo” eso, pero no puedo negar que se veían piolas, además eligió los de mi equipo, Vélez Sarsfield, al igual que el mantel, también con una “V” dibujada en el medio, mientras admiraba esos detalles, mi panza me anuncio que se estaba acercando la hora de almuerzo, me dirigí a la cocina, dejando a los chicos tomando jugo en la mesa de afuera, abro la heladera y para mi sorpresa, no había nada preparado, solo jugo, gaseosas y un vino de los que tomaba el abuelo.
    --ma ¿Qué hay para comer? Los chicos y yo tenemos hambre—le dije a mi vieja, viéndola parada como estatua frente a la cocina—
    --ma ¿Qué haces parada ahí?—le pregunte acercándome y parándome a su lado.
    --no se me va a quemar,. . .  no se me va a quemar,. . . no se me va a quemar—decía una y otra vez.
    --pero ma. . .—dije, cuando de un solo movimiento, abrió la puerta del horno y saco de su interior una torta inmensa, la tocó y asintió con la cabeza, estaba lista.
    Después de eso, observaba como la decoraba, estaba fabulosa, esponjosa y tentadora, espere impaciente a que mi vieja se vaya, tenia que probarla, además, era para mi, por mi cumpleaños, después de esperar todo el año, merezco ser el primero en probarla, esta y otras frases de auto aprobación, me venían a la mente, solo para hacerme creer a mi mismo, que lo que tenia en mente, estaba bien.
    --vamos Ezequiel, solo tenes que estirar la mano y tocarla, acariciarla, es una probadita nada mas—me decía a mi mismo, mientras estiraba la mano.  
    --no seas cagon Eze, mirá así—me interrumpió Nicolás, estirando la mano y pasando, no uno sino 3 dedos, por la torta recién hecha, para luego lamerlos como si fuera la cosa mas deliciosa del planeta, seguro lo era.
    Luego de cometer semejante delito, lo vi como se iba muy alegremente, pero lo que me molesto no fue que lo hiciera sino que ese delito debía ser mío, era mi torta, yo quería probarla primero, ahora que ya pasó, me quede sin pobrarla primero, sin esa sensación de saber antes que nadie, que lo que van a probar es una delicia, en cambio ahora no tengo nada.
    --!!!!Ezequiel¡¡¡¡ ¿Qué hiciste???—me gritó mi vieja y supe en ese momento que si tengo algo, una regia cagada a pedos siendo inocente.
    Como sabia que explicar mi inocencia seria completamente inútil, decidí unirme con los chicos, a pasar el tiempo con la consola.
    Mientras jugaba, tenía en mi mente lo que me hizo Nicolás, aunque con el correr de las horas y los niveles del propio juego, se me fue pasando, para cuando nos llamo mi vieja, avisándonos que los invitados estaban llegando, éramos amigos de nuevo.
    --psss..... Eze—me susurro mi viejo, sentado en una de las cabeceras de la mesa.
    Me acerque, por que era la segunda vez que me llamó en todo el día, sobre la mesa, rodeado por sus brazos, había una caja de madera muy antigua y sobre ella un sobre.
    --¿me llamaste ?—le dije acercándome.
    --si, quería charlar un momento con vos, aprovechando que tus amigos están entretenidos—me dijo mirando cada tanto lo que tenia enfrente.
    --¿Qué es lo que tenes ahí pa?—le pregunté, como queriendo saber si el tema del que me quería charlar, se trataría de lo que estaba dentro de esa caja.
    --si, es por esto, vení sentate—me dijo, mirando la caja al mismo tiempo que me ofrecía la silla que estaba mas cerca de él, la agarré y me senté con mucha curiosidad.
    --se que extrañas al abuelo, varias veces, cuando pasábamos por tu habitación, tanto mamá como yo, te escuchamos nombrarlo mientras dormías.
    --el abuelo. . .era como. . . mas que un abuelo para mí, nos entendíamos muy bien, sobre todo cuando me contaba sus aventuras de la guerra.
    --El disfrutaba de tu compañía, es más, cuando estabas en la escuela, decía que te iba ayudar con la tarea, pero siempre se quedaba dormido en el sillón—me contaba, con los ojos rojos y lleno de lágrimas.
    --Hacia mucho tiempo, que no veía una lágrima en la mejilla de mi viejo—pensaba mientras lo observaba.
    --En fin, antes de irse al cielo, el abuelo me dejó esta caja para vos, me dijo que no te la diera, sino hasta el día de tu cumple, o sea hoy, nunca lo abrí, también te dejó este sobre, tomá, son todos tuyos—me explicó, acercándome la caja.
    --¿te dijo algo mas? ¿Algo, sobre lo que hay en la caja pa?—le pregunté intrigado.
    --solo que te ayudaría, nada mas, bueno voy a ayudar a tu madre con la comida—me termino diciendo.
    --Faaa, que buena caja, parece antigua, ¿de donde la sacaste Eze?—escuche decir a Hugo asomando la cabeza entre mi viejo y yo.
    --dale abrila, así sabemos que hay tiene adentro—dijo Federico, golpeándola como si esperara una respuesta desde adentro de la caja.
    --¿queres que la abra yo?—agregó Nicolás.
    --paren chicos, quiero leer la carta primero—les respondí y agregué—parece que tiene algo mas además de la carta este sobre—dije, poniendo el sobre delante de la luz del sol.
    A pesar de ser mi cumple, momento que espere durante todo un año, en este momento, decidí darle mas atención a la carta que me dejo el abuelo.
    --Hola Eze, si tu viejo cumplió con lo que me dijo, esta carta te llegó justo el día mas importante del año, tu cumpleaños, ante todo, te pido perdón por no estar con vos, se que íbamos a hacer muchas cosas juntos, como ir de pesca. . . otra vez, pero esta vez, nos habíamos prometido, traer algo mas que picaduras de mosquitos, bueno, se como te sentís y no lo digo como una frase hecha, cuando vos naciste, la abuela no estaba a mi lado, eso me pego duro, pero lo superé, por que sabia que ella te veía crecer a través de mis ojos, y ahora todo lo que vas a hacer, lo veo a través de los tuyos. Como vez te dejé dos cosas, las cuales no son nada una sin la otra, la primera una caja, contiene algo muy importante y la segunda esta carta y una llave para la caja, en el interior de la caja hay un mapa que tiene una marca, una cruz y esa marca indica la ubicación de un tesoro que guarde para vos, buscalo,  encontralo y usalo cuando creas que todo está perdido, te mando un beso grande y cuidate.
 Te quiere para siempre
   Tu abuelo.
   --Gracias abuelo, te prometo que lo voy a encontrar, vas a verlo desde arriba—susurre mirando al cielo.
    --chicos, ¡!!!Oigan chicosss¡¡¡ vengan--les grite, ansioso por empezar la búsqueda.
    Una vez reunidos, les conté lo escrito en la carta, la leyeron y cuando terminaros, les dije que necesitaría la ayuda de todos, para poder encontrar el tesoro escondido por mi abuelo, a los que todos se anotaron, no solo por que apreciaban a mi abuelo, sino por que el cumple se puso pesado por la pobre imitación de payaso que realizaba mi viejo, en fin.
    --según el mapa, el tesoro está en un viejo edificio que está a 12 cuadras de acá, podemos ir en bicicleta, llegaríamos en 10 o 15 minutos—les dije señalando en el mapa la ruta a seguir.
    --Eze, conozco un atajo, pero. . . . Hay que pasar por la casa de don Anselmo—me dijo Federico.
    --casi todos los días pasamos por la casa de don Anselmo—le respondí con todo de burla.
    --Tenemos que pasar por la casa de don Anselmo, no por la vereda de la casa, por que el fondo de la casa del loco, da a un baldío y en ese baldío hay un camino que va directo al lugar donde indica el mapa—me explico usando su dedo índice como señalador en el mapa.
    --chicos si se quieren quedar, quédense, pero yo, voy a buscar el tesoro—les dije cerrando el mapa y guardándolo en el bolsillo del pantalón.
    --No te vamos a dejar ir solo, o vamos todos o no va nadie, además, si vamos por la casa del loco, no podemos llevar las bicicletas—me dijo Nicolás, levantándose nuevamente los pantalones.
    Y fue así, como 4 amigos, emprendimos el viaje, en busca de una aventura, más que de un tesoro, salimos juntos, caminamos varias cuadras hasta llegar a lo de don Anselmo, notamos que su perro estaba durmiendo, era sabido, que no debíamos hacer ningún tipo de ruido, de lo contrario el can, nos comería vivos, como ya nos advirtió el dueño la ultima vez que lo hicimos a enojar.
    --chicos, nunca le preste atención a ese perro, pero ahora que lo veo de cerca, parece un león de grande—comentó Hugo, viendo desde la reja, como cachilo, dormido, mordía un hueso, tal vez por un sueño que estaba teniendo.
    --Si, tenes razón Eze, pasar por ahí es una locura—agregó Federico
    --Vamos no sean cagones, déjenme ver—dijo Nicolás haciéndose paso entre Hugo y Federico, con aire de súper héroe, hasta que apoyo su cara en la reja y dijo—Glup. . . .Es enorme Ezequiel—termino diciendo a la vez que hacia un gesto con las manos.
  Al escuchar la opinión de todos, me puse a ver todo lo que rodeaba la casa de don Anselmo, tenía que haber una forma de pasar al otro lado, me puse a caminar por la vereda de un lado al otro, hasta que al ver el muro que dividía las dos casas, se me ocurrió una idea.
    --chicos, vamos a subir por el muro, total es ancho, no es muy alto y lo mejor de todo es que vamos a pasar lejos de Cachilo—les dije, señalando al perro que seguía durmiendo como tronco.
    --yo voy primero, después Federico, después Nicolás y por ultimo Hugo—les dije.  
    Tal como los nombré, así fuimos pasando, fui el primero en avanzar, tenia miedo, no lo niego, a cada paso, mis ojos se fijaban en el perro, al ver todo calmado seguí hasta llegar al otro lado, fue el turno de Federico, recorrió el muro de tal manera que pareciera que lo hubiera hecho antes, lo que se dice un capo en esas cosas, luego, siguió Nicolás, en cuanto subió al muro, no le quito los ojos de encima al perro, tan así que casi da un paso al aire.
    --No boludo, te vas a caer—le susurré casi en voz alta, tratando de no gritar de lo contrario, el perro despertaría de su siesta.
    --Me caigo mamá, me caigo mamá, me caigo mamá—susurraba, mientras movía los brazos, como un pájaro que quiere tomar vuelo, hasta que logro quedarse quieto, respiró hondo y con la vista fija en el muro, pudo recorrer los 30 centímetros que le faltaban.
   Después de ese mal momento y viendo que Cachilo, no se percató en lo mas mínimo, llegó el turno de Hugo, de cuatro pies, aferrado al muro y cada dos o tres pasos se paraba y se secaba el sudor de la frente o se quedaba observando al perro, faltando poco para terminar, se apuró, apoyando mal una de las rodillas, perdiendo el equilibrio de tal manera que quedo agarrado del borde del muro.
    --mamaaaaaaaa, ¡!!!!!!Me caigo y me come el perrroooooo¡¡¡¡¡--grito desesperado, despertando no solo al perro sino al dueño y seguro a todo el barrio.
    Nos acercamos Nicolás y yo, a ayudarlo, lo agarramos de donde podíamos, pelo ropa, pantalón y para peor, no nos dimos cuenta que éramos tres quienes queríamos agarrar a Hugo, ya que se sumo el perro, que para entonces, saltaba pegado al muro, tratando de agarrar de la pierna a nuestro amigo.
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2 comentarios:

  1. Excelente cuento, va a atrapar a los chicos, tanto como a los grandes. Vamos amor te amo

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  2. saludos y que sigan los exitos, muy bueno lo escrito

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